Gerónimo

La obra de Gerónimo González se despliega en la frontera entre lo sagrado y lo erótico, donde el deseo y lo divino se entrelazan en un universo simbólico profundamente personal. A través de una iconografía que retoma la tradición mítico-religiosa —con especial atención a la figura del monstruo como entidad transgresora— sus piezas invitan a una lectura densa, ambigua y cargada de tensiones visuales y filosóficas.

Su técnica minuciosa remite al grabado flamenco y renacentista, construida a partir de cientos de líneas finísimas que se entrelazan, se multiplican y dan forma a cuerpos híbridos, paisajes imposibles y escenas que dialogan entre la espiritualidad barroca y una sensualidad oscura, casi ritual.

El rigor formal, la densidad simbólica y la fuerza expresiva de su obra han comenzado a posicionarlo como una voz singular dentro de la gráfica contemporánea en México. Su lenguaje visual —a la vez clásico y transgresor— abre un campo fértil para el coleccionismo que apuesta por piezas con profundidad técnica y narrativa, capaces de sostener su valor y resonancia a lo largo del tiempo